Pulsa fuera para salir.

04/05/2005

Sacar punta al cambio

Madrid, 4 de mayo de 2005 (Hoja informativa de la Sección Sindical del SPM-RNE).

Un año después de la llegada de los nuevos gestores de RNE (3 mayo 2004), señalamos algunas carencias significativas que dificultan lograr una auténtica radio pública, no ya con respecto a la etapa anterior (muy superada afortunadamente) sino con respecto al propio cambio, cuyos principales avances son el cese de la manipulación y el aumento de la profesionalidad y de la calidad.
No constan quejas sobre la libertad para hacer información y los fallos percibidos cabe atribuirlos a las insuficiencias que a continuación enunciamos, incluida la ausencia de decisión para profundizar en las reformas. Siguiendo una norma autoimpuesta, no citamos a personas (excepto casos muy graves como ocurrió con direcciones anteriores) sino métodos de trabajo y situaciones.

-Los niveles de profesionalidad exigibles a la radio pública no se dan en algunos tramos del proceso informativo, alarmante en ocasiones, sin que los responsables muestren la preocupación necesaria para solucionar los problemas: elección de noticias, tratamiento, selección de testimonios, etc.

-En los considerados grandes acontecimientos se confunde cantidad con calidad y despliegue con profundidad. De forma ostentosa, en la muerte de Juan Pablo II: más allá de la importancia informativa del hecho, se ha caído en la palabrería cuando no en la pura apología, muy lejos de la necesaria independencia y distanciamiento, también con la iglesia católica.

-Radio 5 no se ha desvelado la joya de la corona como aseguró en su día el nuevo director de RNE que ha ejercido, casi exclusivamente, hacia los Servicios Informativos y los magazines de Radio 1, olvidando que RNE es mucho más.

-Por ejemplo, Radio Exterior de España, donde el abandono sigue siendo total. Apenas se han iniciado conversaciones con instituciones estatales para plantear algunas salidas pero sin abordar medida interna alguna, con unos criterios de inmovilismo incompatibles con la mínima exigencia de responsabilidades.

-Por ejemplo, el servicio de archivo y documentación metido en una larga y profunda crisis de la que sus inmediatos y sus más alejados responsables han sido incapaces de sacarlo.

-Similar planteamiento cabe hacer sobre otros departamentos de la empresa, incluido el de personal. A propósito, ha faltado claridad en los procesos de promoción interna lo que ha conculcado normas de la propia convocatoria y derechos recogidos en Convenio.

-El cambio tampoco ha llegado al presupuesto. El dinero fluye para Radio 1 (pluses, contratos, coberturas, etc.) y se regatea y niega finalmente para el resto de la empresa, provocando agravios comparativos inconcebibles. Especialmente grave es el abandono en el que la dirección de RNE tiene a Radio 3 y a la red de emisoras donde se puede decir que se negocia cada día la miseria económica.

-La red territorial sigue escasamente rentabilizada para la emisión nacional, en muchas ocasiones por la precariedad antes mencionada.

-Punto destacado es la dejación de responsabilidad que se ha manifestado con RNE-Cataluña, anclada en la etapa anterior. Una dirección que se comportó en Cataluña exactamente igual que la cesada en Madrid (manipulación, sectarismo, desprofesionalización, etc.), hoy sigue siendo la misma para vergüenza de la ética y de la dignidad mínimas.

-En la Edición suceden cosas paradójicas como el hecho de que un Diario Hablado de 30 minutos contenga, en proporción, más información que otro de 60 minutos que, por su estructura interna tan compleja, olvida demasiado a menudo que lo importante son las noticias; que algún editor confunda la velocidad con el ritmo; que en un Diario con menos tiempo de emisión (por el fútbol), la duración recortada se reparta por igual entre información y tertulia.

-Las tertulias son más plurales en su composición pero igual de inútiles que siempre y reiteradamente insolventes. Hasta 60 tertulianos paga RNE para no lograr análisis, profundización y complemento de la información, como corresponde a una emisora pública.

-Los programas contienen todavía demasiadas dosis de banalidad en comparación con los contenidos útiles. Por ejemplo, 7 minutos para que los oyentes participen con cuestiones importantes (vivienda, sanidad, educación, etc.) y 55 minutos para frivolidad.

-La carencia de medios técnicos se mantiene en los mismos niveles y han aumentado los atascos en los estudios y la sobrecarga de trabajo para los pocos compañeros que mantienen ese servicio.

-Irregular seguimiento de noticias y ausencia de criterios precisos que, al menos, deberían tener los sucesivos turnos de trabajo.

-Abundancia de entrevistas rutinarias, casi nula presencia de personajes o de declaraciones relevantes y, además, en detrimento de tiempo para la información. RNE tampoco ha logrado un espacio de debate serio, en profundidad y con medios y cobertura destacados.

-Escasa preocupación en la selección de voces lo que lleva a que RNE parezca, en demasiadas ocasiones, una radio-escuela.

-Incumplimiento de normas básicas en relación con las prácticas y contratos y con la información suficiente que debe suministrarse a la representación de los trabajadores en estas materias.

-Continuidad en la política discriminatoria del salario y del trabajo de los contratados con respecto a los fijos, ilegítima en una empresa pública, y disponibilidad de presupuesto para contratar a determinados profesionales externos para hacer resúmenes de prensa o editar informativos, después de rechazar ofertas de personal fijo para hacer esas tareas.

-Muchas de las cuestiones apuntadas guardan relación con la falta de conocimiento actualizado de la realidad de RNE por parte del nuevo director que ha puesto en marcha diálogo y buenas palabras pero escasas realizaciones ante los problemas planteados. En definitiva, el panorama parece indicar que la gestión actual se conforma con lo avanzado respecto a la etapa anterior cuando la gravedad de la situación de RNE requiere más y mejor empuje. Hay que sacarle punta a un cambio que, si inicialmente pareció tímido, un año después acumula autocomplacencia y problemas pendientes.

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