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06/12/2006

La FeSP rechaza que se implique a los periodistas en los conflictos entre empresas

Madrid, 6 de diciembre de 2006. (Comunicado de la Junta Ejecutiva Federal de la FeSP).

Una vez más, y ya son demasiadas, un periodista ha sido implicado en un conflicto de intereses entre dos empresas de medios de comunicación, cuando su único “pecado” ha sido el de cumplir con su obligación de informar al difundir una noticia cierta: varios agentes del Cuerpo Nacional de Policía eran investigados por su presunta participación en un caso de tráfico de explosivos.

La Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) lamenta estas prácticas empresariales y rechaza rotundamente que el diario “El País” haya publicado las conversaciones de un redactor del periódico “El Mundo” con sus fuentes de información. Esas conversaciones no aportan nada a la noticia, y lo único que hacen es divulgar datos privados sobre la manera de trabajar de un profesional. Es de extraordinaria gravedad que un medio de comunicación no respete el derecho constitucional al secreto profesional de un periodista.

Cada medio de comunicación es muy libre de criticar a los de su competencia, si lo considera conveniente. Pero utilizar en las riñas empresariales a un periodista, como ha hecho “El País” en este caso –incluso especulando en un editorial sobre la intención que tenía ese informador cuando hablaba con su fuente—, es algo totalmente rechazable en un Estado democrático de Derecho en el que existe la libertad de expresión y la libre competencia.

Sorprende que algunos grupos empresariales de comunicación no tengan ningún inconveniente en recurrir a estas estrategias para defender sus intereses empresariales y, en cambio, siempre se pongan de acuerdo cuando se trata de abortar el Estatuto del Periodista Profesional o cualquier otro intento de mejorar las condiciones de trabajo de los periodistas en beneficio de la ciudadanía.

La Junta Ejecutiva Federal de la FeSP hace un llamamiento a los responsables de los medios de comunicación para que dejen trabajar a sus periodistas con libertad, sin utilizarlos en sus rifirrafes empresariales. Serán los lectores, los radioyentes y los teleespectadores quienes juzguen a cada medio, y para eso no hay que vulnerar la intimidad de los informadores en su trabajo.

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